Esto es la vida: Mi viaje al Sahara, un viaje al alma
Recién vuelvo de una experiencia que me ha transformado. El Sahara, ese desierto inmenso que parece no tener fin, me recibió con todo su misterio, su fuerza y su silencio. Viajar al desierto es algo que no se puede describir con palabras… pero aquí estoy, intentando compartir lo que sentí, lo que vivimos, y cómo cada pequeño momento de este viaje tocó profundamente mi alma.
Cada amanecer, cada puesta de sol, y cada silencio infinito entre las dunas, traía consigo una lección, una reflexión, una frase que resonaba en el grupo y que nos dejaba pensando en lo que es la vida, el presente, y lo que somos. Fuimos anotando estas frases a lo largo del viaje, palabras que nos conectaron con el momento y con nuestra propia esencia.
Esto es la vida
me encontré diciendo una y otra vez, con una sonrisa en el rostro, mientras mis pies sentían la suavidad de la arena bajo el cielo abierto. Era como si todo se alineara, y en esos momentos, el alma entendía cosas que la mente no puede explicar.
Reflexiones del camino
Uno de los primeros días, el guía nos dijo: «Haz tú camino«. Fue su respuesta mientras yo conducía el 4×4 sin saber qué camino tomar!! A menudo, buscamos respuestas fuera, esperamos señales o direcciones claras, pero este viaje me recordó que el camino siempre lo hacemos nosotros. Nadie nos lo traza, y en cada decisión, en cada paso, estamos creando nuestra propia ruta.
Y en las noches, alrededor de la hoguera, compartíamos historias, risas, silencios… porque «compartir es vivir«. En esos momentos me di cuenta de lo poderosa que es la conexión humana, y cómo en la simplicidad del compartir una conversación, un momento de silencio o una mirada, encontramos el verdadero sentido de estar juntos en este mundo.
La sabiduría del Sahara
Una frase que quedó marcada en mí durante el viaje fue: «Lo que sucede, conviene«. Nos la dijo el guía cuando el viento nos obligó a cambiar de ruta. En un principio sentimos frustración, pero al final entendimos que ese cambio nos llevó a un lugar aún más mágico. El Sahara nos recordó que la vida no siempre sigue nuestros planes, pero si confiamos, terminamos en el lugar correcto. Cada giro inesperado tiene un propósito.
«Las fronteras son cicatrices en el mapa«, comentó alguien una tarde mientras mirábamos el horizonte. Estábamos tan lejos de cualquier frontera física, y esa frase nos recordó que en realidad, las barreras son una creación humana. El desierto no tiene fronteras, y al igual que él, los seres humanos estamos hechos para ser libres, para trascender esas líneas imaginarias que nos separan.
Una de las frases que más nos hizo reír fue la de uno de nuestros conductores: «La vida es como una vaca, a veces da leche, otras da caca«. ¡Y qué cierto es! La vida tiene de todo, momentos dulces y amargos, y este viaje nos mostró cómo ambas cosas son igualmente importantes. Aceptar lo que llega, sin resistirnos, es la verdadera sabiduría.
«Nunca estés triste porque al final siempre sale el sol«. El desierto nos lo enseña. Todo es cíclico, y la luz siempre vuelve, aunque a veces lo olvidemos.
Con el corazón lleno de gratitud, me llevo de este viaje las lecciones más simples pero más profundas: vivir el presente, confiar en el camino, compartir la vida y recordar que, pase lo que pase, esto es la vida. Cada paso en este viaje me enseñó algo nuevo, y ahora, con cada foto que comparto, quiero que sientas un poquito de esa magia que me ha transformado.
Ojalá un día te animes a vivir esta experiencia conmigo. Porque como aprendimos en el Sahara, la vida es una aventura que está esperando a ser vivida en toda su intensidad.
Con todo mi amor y gratitud,
Silvia ✨